Esta tecnología hace factible la producción, almacenamiento y distribución de energía renovable de manera descentralizada, eliminado la barrera entre productores y consumidores para que pueda emerger la figura del prosumidor, conectado con otros a través de una red de Enernet que funcionaría como una especie de internet eléctrico.
El concepto de transformación energética suele asociarse únicamente a la sustitución de las fuentes de energía contaminantes por las renovables, pero lo cierto es que una tecnología como Blockchain tiene la capacidad de llevar mucho más lejos ese salto, hasta llegar a un cambio absoluto de modelo que avance hacia la descentralización.
Esto supone romper el paradigma dicotómico de producción-consumo para que cualquier ciudadano pueda ser a un tiempo productor y consumidor de energía (prosumidor).
Así, las potencialidades de Blockchain abonan la creación de un sistema en el que ciudadanos o empresas interactúen entre ellos desde el punto de vista energético, sin que tenga que concurrir ningún intermediario.
De esta forma se podría comprar o vender directamente la energía renovable sin depender de grandes productores, almacenadores y distribuidores externos, con lo que se pasaría de un modelo de generación y distribución centralizado competitivo a otro distribuido de naturaleza colaborativa.
Blockchain posibilita imbricar transformación energética y tecnológica.
De este modo, vemos como el concepto de transformación energética va indisolublemente ligado al de digitalización mediante tecnologías disruptivas como Blockchain, cuyos atributos permiten redimensionar totalmente el sistema energético precedente, yendo mucho más allá todavía de la descarbonización y de la mera adopción de las renovables.
Esta tecnología impulsada para poder prescindir en cualquier ámbito de una validación centralizada externa, permite la interacción segura, fiable y rápida de los distintos actores de un sistema energético, ya sean productores, consumidores o prosumidores, y la implementación de un nuevo modelo que posibilite una interconexión plena, una flexibilidad total y la distribución ad infinitum de recursos energéticos renovables e inagotables.
El fin de crisis energéticas y de los precios abusivos es posible.
Pensemos que con este nuevo modelo en el que cualquier ciudadano puede generar fácilmente energía renovable y distribuirla, no tienen cabida crisis energéticas, que acababan deviniendo en económicas y sociales como la de 1973. En ese momento, los países productores de petróleo de la OPEP decidieron limitar la producción como medida de presión política. O sin tener que irnos más lejos, la amenaza actual a la continuidad del suministro de gas ruso a Europa a consecuencia de la crisis en Ucrania.
También, Blockchain propicia dotar de mayor seguridad a las redes de abastecimiento, protegiéndolas de ciberataques y hackeos que puedan producirse, por ejemplo, en un contexto de conflicto en el que se juegue la baza de la guerra electrónica para dañar infraestructuras críticas del adversario como su red eléctrica.
Pero es que además se evitarían espirales inflacionistas como la que estamos viviendo porque ni habría escasez de energía, ni un mercado mayorista que tirase de los precios al alza, existiendo en cambio una red de prosumidores que podrían intercambiarse automáticamente y a tiempo real sus excedentes energéticos, cuya procedencia puede ser de fuentes tan prosaicas como la acumulación realizada por la batería de un ordenador portátil.
De esta forma, no hablamos solo de edificios públicos de Smart Cities generando energía eléctrica a partir de paneles solares e intercambiándosela, sino de una auténtica democratización de la producción y el acceso a la energía, gracias a las virtualidades de una tecnología como Blockchain, que hace factibles unos procesos de transacción directos, seguros, e inmediatos entre los distintos actores energéticos, devenidos en prosumidores, que no necesitan la concurrencia de agentes externos.
El informe de la Agencia Internacional de las Energías Renovables.
Las posibilidades que ofrece Blockchain para está profunda transformación del paradigma energético han sido sintetizadas en el informe Blockchain: Innovation Landscape, elaborado por la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA).
Este estudio incide en las ventajas de un nuevo ecosistema energético regido por transacciones entre iguales peer-to-peer (P2P), que para empezar ahorran los costes inherentes a las existencia de intermediarios.
Mientras que con el uso de Smart Contracts autoejecutables se pueden realizar intercambios automáticos ante la concurrencia de determinadas condiciones acordadas de antemano referentes a producción, demanda y precio. Todo ello de manera absolutamente transparente, segura y verificable gracias a las propiedades en este sentido de Blockchain.
Asimismo, esta tecnología facilita la creación de un sistema de autocontrol energético perfectamente sincronizable en función de los flujos de producción de energía y el almacenamiento existentes, armonizando totalmente la oferta y demanda energéticas.
Redes de prosumo y movilidad eléctrica.
La senda hacia un sistema distribuido de prosumo energético a través energías renovables ya está trazada. Algo que sin ir más lejos redimensiona un ámbito tan importante como la movilidad eléctrica, al posibilitar por ejemplo que el propietario de un vehículo enchufable pueda utilizar cualquier estación de recarga, incluso las de hogares con sistemas de autoconsumo solar, que puedan estar registrados en una plataforma que facilite los pagos automatizados a tiempo real, sin la intervención en ninguna fase del proceso de un intermediario externo.
Con ello, también se soluciona de paso un importante problema que afecta a la implantación del coche eléctrico, como es el desarrollo de una óptima infraestructura de suministro de electricidad, tan vasta como para sostener la movilidad de millones de vehículos, tantos como los que puede haber en nuestro parque automovilístico actual.
Los tokens energéticos.
Además, otra herramienta muy imbricada a Blockchain como son los tokens pueden ser un recurso fundamental para financiar la implementación del nuevo sistema energético, ya que el token tiene la misma naturaleza intercambiable del dinero convencional pero su valor es susceptible de aumentar con el tiempo, como las acciones de una compañía que cotice en bolsa.
Si como resulta previsible, vamos hacia un modelo de prosumo energético cimentado en tecnologías Blockhain, se acabaría generando un círculo virtuoso, en el que a mayor contribución a la financiación de la nueva infraestructura energética, mejores perspectivas de que esta pueda estar operativa en un plazo más corto. Por tanto, se crean mayores expectativas de revalorización de los tokens energéticos, que trascenderían su actual papel como moneda de adquisición de bienes energéticos con base a la acreditación de una aportación o un ahorro previos.
Con ello, se reproduciría el mecanismo de la Oferta Inicial de Monedas o ICO (Initial Coin Offering), con el que ya se financian proyectos con las criptomonedas de mayor liquidez, pero con la salvedad de que se estaría invirtiendo nada menos que en la red energética del futuro.
Un sistema energético transparente gracias a la trazabilidad de Blockchain.
Este nuevo modelo energético al margen de ser sostenible, seguro, descentralizado y bidireccional, también resultaría totalmente transparente, ya que gracias a la trazabilidad de Blockchain se puede registrar la naturaleza de todos los aportes energéticos.
Esto permite disponer de garantías de origen (GdO) sobre la procedencia renovable de cada MWh de electricidad, así como reforzar al productor o prosumidor con una herramienta de rastreo que lo acredite como generador de esa energía en un registro distribuido o libro mayor, ledger en terminología Blockchain.
Enernet, la red eléctrica del futuro que se parecerá a Internet.
Todo lo que hemos venido refiriendo propicia la creación de un «internet de la electricidad», Enernet, en el que las redes energéticas funcionen de igual modo a las conexiones en la red, difuminándose las fronteras entre producción, almacenaje y distribución, y especialmente la dicotomía entre productor/consumidor para que emerja la figura del prosumidor.
Hablamos de infinidad de pequeñas redes eléctricas interconectadas en las que se genera y distribuye la electricidad de manera descentralizada, y en las que cualquier usuario puede a un tiempo producir y consumir energía, y no solo a través de placas solares, sino también por ejemplo a partir de las baterías de los vehículos, e incluso de dispositivos conectables como móviles u ordenadores que tengan batería, y por tanto capacidad de carga y de generación de excedentes.
En cierto sentido podríamos estar igualmente ante un nuevo «internet eléctrico de las cosas», en el que los dispositivos se encuentran interconectados en una Enernet en la misma medida que en IoT lo están para el intercambio de datos.
Todo está al alcance de la mano, pero para conseguirlo es fundamental que todas las administraciones concernidas se atrevan a ir más allá de los intereses que gravitan en torno al marco regulatorio actual (que coloca a grandes compañías productoras y distribuidoras de energía en una posición de privilegio), y que apuesten en cambio por el nuevo sistema energético que puede implementarse gracias a Blockchain.